sábado, 9 de enero de 2010

Sin pausa pero sin prisa

Las cosas en palacio van despacio.


Pese a ser una persona de naturaleza impaciente, he decidido dejar de correr.

Porque en la carrera me agito, me canso, me descorazono, y acabo por abandonar. Mejor dicho, abandonarme en la comida.


Estaba segura que pronto volvería a ver el 65 y tendría que rescatar mi antigua regleta (sí, esa que me recuerda que estuve cerca de los 100 kilos), pero no. Evidentemente pierdo muuuuuuuuuy poco a poco, pero después de estar toda mi vida luchando contra la báscula, eso para mi es una gran victoria.


Sigo en el hospital de día. Ya he pedido el alta, porque he aprendido muchas cosas positivas y estoy mejor de ánimo, y el resto de cosas que persisten nunca las voy a cambiar. Pero se resisten a dejarme marchar. Intento hacer las cosas bien, pero acabo haciéndolas a mi manera, y me gusta.

He conocido a un chico.

De pronto todo me parece posible.

¿Cómo será la caida?

Me da igual. Ahora estoy feliz, y eso es lo que importa.


AH! y ya no es navidad...



.