últimamente me estoy desnudando más.
Me cuesta mucho bucear en mis sentimientos y emociones, pero me estoy obligando a hacerlo. Sé que tengo deudas pendientes en el pasado que no me dejan avanzar.
Heridas que llevan muchos años sangrando en mi interior y que no me atrevo a curar porque están infectadas y son extremadamente dolorosas. A veces me pregunto el por qué de todo esto y no soy capaz de responder, de remontarme tantos años atrás y buscar todos aquellos momentos en que las cosas no se hicieron bien y enterré el dolor sin digerir.
Soy frágil pese a mi apariencia de no necesitar a nadie.
Puede parecer que en mi vida todo es tragedia y nada más lejos de la realidad. Escribo para intentar comprender, e intento comprender porque tengo muchos motivos para ser feliz.
Ahora el más importante es una persona que apareció en mi vida por casualidad hace más de un año, y que en este tiempo he llegado a querer como nunca pensé que sería capaz.
Yo estaba segura de estar condenada a la soledad. Pensaba que no era lo suficientemente buena como para que alguien llegara a quererme. Tantos traumas, tantos miedos, tantas inseguridades...
No puedo expresarlo con palabras pero me siento tan querida. A veces sigo preguntándome por qué, cómo puede ser posible que me quiera. Pero intento quitármelo de la cabeza porque no me imagino viviendo sin estar a su lado.
Me leo y parezco una adolescente, casi como un amor de película, y en realidad es un poco así.
Quiero ser mejor. Quiero gustarme. Quiero dejar de odiarme y tener miedo.
Pero todo se queda ahí, siempre se queda ahí. En meros deseos.
Me siento muy mayor, creo que estas ganas de superación me llegan tarde. Si hubiera conocido hace cinco años a alguien que hubiera creido en mi...
No lo se. No me rindo. Nunca me voy a rendir.
Tengo buenas noticias, aparte de que me avergüenzo de mi misma por esta entrada, más propia de una novela de Corin Tellado que mía.
Me siento un poco por el buen camino. Frágil pero fuerte.